Sólo a las niñas guapas y a los hermanos que se
las presentaban les estaba permitida
la entrada en la casita de chocolate. Así rezaba el cartel de la puerta, pero
no conseguía ahuyentar ni a vendedores de fascículos ni encuestadores. Encima
eran de lo más insistentes y la última vez le habían endosado un robot de
cocina… Por eso había decidido instalar un buzón. Lo que no entendía la pobre bruja
es qué demonios era aquello de “notificación de desahucio por impago de
impuestos municipales…”. Tenía que consultárselo a la bola de cristal...
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