Acomodados
en sus nidos de nubes vigilan desde el principio de los tiempos. Algunos creen
que nos guardan, pero lo cierto es que esperan su momento. Cuando se produce,
extienden sus alas, y a medida que descienden se endurece su piel y sus ojos se
tornan jade. Al llegar a la superficie, su aliento de fuego lo arrasa todo y su
batir de alas enfurece a los mares.
El
jefe de la bandada recuerda alguna construcción de su última incursión: el circular
altar megalítico de piedras sigue intacto, pero la pirámide que vio nacer se ve
ahora en ruinas. ¿Cuánto tiempo ha pasado en la historia de los mortales? 40
siglos es apenas un parpadeo en su existencia. Recorre ciudades de piedra,
cristal y acero, y se detiene ante la gran muralla jalonada con blasones de sus
imágenes. Los humanos les recuerdan, pero no cambian.
Cuando
enmudecen los gritos, el planeta cruje y ellos comienzan el ascenso. Las brillantes
escamas mutan en níveas plumas y sus
retinas recobran el celeste iris. Derraman cristalinas lágrimas de fértil lluvia.
Comienza una nueva era y ellos velarán una vez más.
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