Me arreglé
con esmero, con esa mezcla de emoción y nervios. Mi currículum era magnífico
pero por desgracia, hoy en día se valora excesivamente la imagen, así que
decidí recortar mi traje unos pocos centímetros, unos pocos, tampoco quería
parecer demasiado “ligera”. Añadí también un puntito de clase con la cadena de
oro. En fin… moderna, pero sin perder mi estilo.
El resto de
candidatos tenían un aspecto rancio, llevarían sin tener una entrevista de
trabajo una eternidad, y allí estaban ululando y haciendo rechinar los dientes,
¡pobres espectros!
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