¿Quién dice que los
abogados no tenemos sentido del humor?
En la gran carpa de la abogacía muchos colegas hacen malabares con la ley
mientras caminan por la cuerda floja. Otros se especializan en domar, ya sean
pulgas de letra pequeña, o enormes bestias. Yo mismo he sido muchas veces
hombre-bala lanzado contra un muro de ladrillos
burocráticos. Si hacemos inventario
encontraremos también faquires apaga-fuegos, magos de las palabras que
consiguen amigar a todas las partes e incluso trapecistas que por sus clientes
dan el triple salto mortal. Pero no se confunda, nuestra pasión es sincera y no hay cédulas
en blanco, entre nosotros poco payaso encontrara.
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