Vuelve en cada estación y hace sonar su flauta. Sin duda
es magia, y de la buena. Su música es irresistible para nosotros y nos atrae a
sus mares, ya conozco a más de una y de dos que han perdido el rumbo de sus
vidas por esta atracción. Y también a quien se hundió en mares profundos sin
poder resistir tanto viento cambiante. Hay que dejarse mecer por la música y el
viento para llegar a buen puerto. Esta temporada, fuera el amarillo, ahora se
lleva el blanco con pinceladas azules, hasta que ella ponga otra música de moda.
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