Tanto visitante inesperado
le tiene agotado. Llegan en masa y a cualquier hora,
lo que le obliga a estar siempre despierto. Ha pensado en dejar la verja abierta,
pero el jefe ha sido tajante: le guste o no, es su trabajo y no se puede colar
ninguno que vaya donde el vecino de abajo. Así que ha preparado cubos de agua
en la entrada, porque los pobres llegan hasta la cejas del barro, y no hay
quien distinga ni uniformes ni el color del alma.
Aunque no llego a ver "lo del vecino de abajo", a no ser que sea un búnker para adinerados, es evidente que tu relato es original, pues está ambientado en cómo ser portero durante la Primera Guerra Mundial y en cómo hay que ser tajante sin que te venzan los escrúpulos.
ResponderEliminarLorenzo que hablo de San Pedro en el cielo, el de abajo es el de los cuernos y rabo, y los visitantes los pobres soldafddos!!!
ResponderEliminarJajaja, ves lo había entendido a la primera pero es que son muy originales mis comentarios. Jajaja ahora tu relato es sublime, cuánta imaginación qué bueno.
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