viernes, 30 de mayo de 2014

La noche, la vieja y la campanada

31 diciembre, 18:00 La tía Josefina, y sus manías, pasan las fiestas con nosotros. “Sobrinos, venid a buscarme después de la merienda.”
19:00 Tiene achaques, se desorienta y acaba desvistiéndose en el balcón pensando que es el baño. “A ver si ponéis la calefacción, seréis tacaños…”
20:00 Chochea. Cuenta que se ha echado novio, no recuerda su nombre, pero dice que es pequeñito y muy fortachón. “No te rías sobrina, vamos en serio.”
21:00-23:00 Esa extraña capacidad de los mayores de comer “por si acaso”. Atracón, vómitos y dentadura postiza volando. “Sobrina ¿un caldito para asentar el estómago?”
23:00 Haciendo tiempo: “Tía noooo, son las piedritas del belén, no garrapiñadas.”
00:00 “No, son  los cuartos. Ahora. Sí, sin  pepitas. No tía, ya no dan el show de Rafaela Carrá…”
02:00 “Pero tía, ¿qué haces? que esta es mi cama, aquel es tu cuarto… el de la lucecita”
02:10 Ring Ring Ring. “¿Cómo se ha reseteado el router? Tía Josefina, aquella lucecita…”
04:20 Hija que vuelve del cotillón.  “Mamá, ¿Qué hace la dentadura dentro del frigo?”
06:15 Crash crash, catapun pun pun. “Tía por Dios, ¿Qué haces en la cocina con un cuchillo a estas horas?” “Ay sobri, tenía hambre y como sobró turrón, pero… alguien me ha robado la dentadura…”
08:30 ¿Por qué la gente mayor duerme tan poquito? “Sobrina, sí con dos cucharaditas de azúcar. Por cierto, ya me acuerdo del nombre de mi novio. Es Madelman”.

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