Se encaramó a la nave
espacial y sintió el nerviosismo habitual antes de cada misión. Comprobó los
mandos, especialmente la ametralladora: tenía que matar a los alienígenas.
Pulsó el botón rojo, pero el motor no respondió, pisó más fuerte los pedales,
incluso sacudió su cuerpo hacia adelante para ayudar a la máquina, pero no consiguió avanzar ni un centímetro.
Por fin se convenció de que no funcionaba y gritó con impotencia: “mamá,
¿tienes un euro?”
Jajaja, los caballeros interestelares siempre a merced del monedero de mamá.
ResponderEliminarUn saludo
JM
detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer...
ResponderEliminarJajajajaa, me río con vosotros en esta divertidísima historia de enanos ingenuos y llenos de imaginación. Hasta el infinito y más allá.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Abrazos
Gracias Manuel, es que el mundo infantil da tanto de sí con esa mezcla de ternura, sorpresa y diversión.
ResponderEliminarUn beso