El reloj marcaba las doce
en punto cuando entré en la iglesia. Extraño lugar para citarme. Le vi
acercarse.
-Tengo algo que le
interesa –susurró- y me mostró la mercancía.
Palidecí. De todos los
tratos que había hecho con él, este sin duda sería el más importante.
-¿Qué vale?-pregunté,
aunque ya sabía la respuesta.
Salí a la calle y me alejé
rápidamente de allí. Oí los disparos a lo lejos, amortiguados por las doce
campanadas, y la voz que retumbaba en mi cabeza “tu alma”.
Vas a todo trapo en Radio Castellón, a ver el viernes.
ResponderEliminarUn saludo
JM
Tanto como a todo trapo... pero sí, me gusta esto de colocar una frasecita obligatoriamente, gimnasia mental.
ResponderEliminarSaludos