“Solo
ceniza” repetía la yaya una y otra vez, como en una letanía. Pensé que la
muerte del abuelo había acabado por trastornarla y mira, si cuidar sus flores
le daba algo de paz, bienvenido fuese, aunque se emperrase en abonarlas con los
restos del difunto. Al fin y al cabo el jardín que había compartido sería una
buena tumba para él. Por fin, unas semanas después, entró en razón y me pidió
que la acompañase con un jarro de agua. La tierra absorbió el líquido, y de
entre las petunias, surgió mi abuelo, un poco más verde que antaño.
Este ha estado cerca de la final seguro, con reminiscencias al piano que brotó del huerto.
ResponderEliminarbueno con reminiscencias a mi abuelita finalista que cuidaba al huerto sí, estoy por hacer una serie de cuentos sobre la abuelita y su afición a las plantas, je je.
ResponderEliminarREC al ataque, surrealista, imaginaria, y tropical con tantas posibilidades de ver plantas creciendo. Eso sí que es una primavera verde.
ResponderEliminarabrazos
Es todo un nuevo renacer, como las plantas oiga.
ResponderEliminarGracias por pasarte Manuel