La mujer que iba en el
coche a mi lado no paraba de cabecear. Me hacía gracia como suspiraba y se
sobresaltaba en cada frenazo. Luego entró en un sueño más profundo. No me
hubiese importado si no fuese porque cada vez me apretujaba más. Cuando llegó
mi parada estaba abrazándome. Intenté zafarme pero un “Paco no te vayas” y las
miradas condescendientes de mis compañeros me lo impidieron. En la última
parada, se despertó, y con una sonrisa me agradeció ser tan caballero. No sé si
merece la pena esto de compartir taxi.
lunes, 23 de diciembre de 2013
Restauración
Este relato, aunque fuera de concurso ya que soy jurado este mes, está publicado originalmente en Esta Noche te Cuento, en diciembre 2013 bajo el lema de "apareció por Navidad".
Link al concurso:
Esta vez he practicado la historia secreta y el diálogo corrido (cuasi monólogo) y he creado una historia abierta,a completar por el lector, la clave está en el título.
Oh sí, le recuerdo. En esta
foto está más joven y aseado pero es él. ¿Cómo se llamaba?... ¡Charlie! Sí, eso. No, no, estuvo solo unos días, luego
se fue sin despedirse, es lo normal ¿sabe? Esta gente… Verá, el padre Carmelo,
que es un santo, por Navidad siempre acoge
a un pobre, un vagabundo. Le da cama, comida
y le aloja en la casa cural. A cambio solo pide que limpien el altar de los Ángeles,
ellos también se merecen un regalo en estas fechas. Durante el año se acumula
polvo y los angelotes se vuelven grises. Dirá usted que me hago mayor, pero yo
hasta diría que empeoran, se les ve... demacrados, escúalidos. Todos los años
lo mismo sí, yo llevo aquí en la parroquia… veinte años. Es ya una tradición. Vienen
familias necesitadas de los pueblos de alrededor, pero Don Carmelo les remite a
servicios sociales. Insiste en que sea un joven de estos solitarios… sí, joven,
hay que estar ágil para subir al retablo
¿sabe? No sé cómo, llámelo milagro, espíritu navideño… en fin, caridad por
caridad, siempre hacen un buen trabajo. Fíjese señor inspector, vea que
regordetes y sonrosados están los angelitos.
Más vale tarde que nunca.
El tiempo y
su ambición cambiaron los zurcidos de sus calcetines por corbatas de seda. Atrás
quedaron las ilusiones de juventud adormiladas en el confort de la rutina. Pero
hoy tras recibir el diagnóstico y la certeza de su final, el pasado se ha
colado en su mente y las viejas aventuras se le han encendido en los ojos. Aún
le queda tiempo y no lo desaprovechará.
jueves, 19 de diciembre de 2013
Aires
El médico
dio unos golpecitos en el estetoscopio y volvió a auscultarme. Puso cara rara.
Me tomó el pulso y dio un respingo. Para cuando la enfermera trajo el aparato
de las ecografías varios doctores me rodeaban. Escuché un “Dios”, un “joder” y
varios “no puede ser”. Luego giraron el monitor y me mostraron mis entrañas
huecas como un queso. Tuve que explicarles que el riñón se lo quedaron en el
banco, el estómago lo dejé en la oficina y el corazón se lo quedó mi ex-esposa,
como casi todo lo demás. Lo que no entiendo, y por eso venía yo al ambulatorio,
es por qué tengo tantas ventosidades…
sábado, 14 de diciembre de 2013
MELISMAS
Este relato ha sido seleccionado en "Esta noche te cuento" el pasado mes de Noviembre con el lema "inventa una palabra". Será publicado el año que viene. Estoy encantada de tener ya dos relatos en ese futuro libro.
Es una auténtico placer está ahí entre los otros 3 seleccionados, magníficos escritores : Sara Lew, Nacho Rubio y Miguelángel Flores.
El enlace a la publicación de los resultados:
y aquí al cuento en su publicación original
Suena la melodía
encadenada, la que me esclavizará siempre a ti, y recurrente como su ritmo,
destapo la caja de tus tesoros. Las notas me mecen y mis dedos bailan explorando
el bosque de tu brocha de afeitar. Aún huele a ti. Dejo que los filamentos cosquilleen
en mis mejillas, en mis labios. Mordisqueo las puntas, les robo tus besos
perdidos. Te echo de menos. Describo círculos que puntean mi cuello, como tú,
antes de afeitarte. Odio tu ausencia. La brocha, la música, eres tú, vuelves a
ser tú. Acaricias mi garganta resbalando piano por el esternón, alternando suavidad
y pinchazos de las miles de hebras que erizan mi piel. Alargas los acordes
dibujando pentagramas que se arremolinan en mi ombligo para fluir rio abajo,
orilleando la línea alba, escalando la cumbre de Venus. Hoy vuelves a ser mío.
Te detienes, no pares, hoy es ayer, sínfisis del pasado. Regresas in crescendo,
tamborileas mi clítoris, tañendo la vieja melodía, estribillo pegadizo que me
hace vibrar. He olvidado la letra, pero invento gemidos que deseo escuchar. Odio
cantar sola, pero no soporto el silencio.
Órdenes
Su conciencia no podría
soportarlo ¿O sí? Porque en
realidad tampoco sería el primero del mundo en hacerlo, ni el último. ¿Se
atrevería? Dicen que hay que ser muy valiente, o muy cobarde. Y él era un tipo
normal, ni héroe ni villano, siempre con misiones de custodia. Ahora la guerra
entre hermanos lo había trastocado todo. Limpió su espada cuidadosamente y
cuando su superior gritó “al ataque” no
pensó, solo desplegó sus alas y descendió en picado. Fue el primero en herir al
ángel negro.
domingo, 1 de diciembre de 2013
Cuestión de palabra
Aportación al Rec Castellón semanal, esta semana ha ganado Javi Sanchez Campos cion un cuento magnífico:Analítica gramatical, Enhorabuena Javi!!!
http://www.radiocastellon.com/ser_microwin.php semana 25-29 Noviembre 2013
Cuestión de palabra.
Acudió a su
primera entrevista con un traje de las rebajas y un cierto temblor de manos. Se
desanimó al ver una docena de recién licenciados, compañeros de las clases de derecho
mercantil. Otros parecían mayores y menos nerviosos. Cuando llegó su turno le
ofrecieron un horario de esclavo, lo tenía asumido. Lo que le descolocó es que
no fuese remunerado, lo normal con los becarios dijeron, eso sí, la experiencia
que adquiriría no tendría precio. Se levantó despacio, tragó saliva y repitió lo
que siempre decía su padre: en casa tenían la costumbre de pagar lo que
compraban y cobrar lo que vendían. Fue curioso, lo contrataron de inmediato,
pero no como abogado, sino como asesor del portavoz ante la prensa.
Donación en vida
El mayor,
ingeniero aeronáutico, médico de gran reputación el mediano y el menor de los
hermanos, abogado de prestigio. Sus estudios y teórica educación nos les
impidieron liarse a puñetazos en mitad de la notaria. Ninguno daba crédito al
testamento de sus padres. Desde que se
casaron no se habían permitido ningún capricho, a excepción del viaje
de novios, que también fue modesto. Entonces… ¿Dónde estaba su herencia? ¿Por
qué no había nada? ¿En qué se lo habían gastado?
El parque
Es
el tercer cadáver que encontramos este mes, y de alguna manera sé que no será
el último. Exactamente el mismo patrón, el mismo crimen, distintas víctimas.
Aún no hemos encontrado ningún nexo entre ellas: un camello de poca monta, un
ejecutivo corrupto y este último, un proxeneta. No me explico que podrían hacer
en mitad de la noche en el parque.
Mis
hombres están peinando todo el perímetro, pero ninguna de las otras veces se ha
encontrado nada. Únicamente las huellas de los muertos. Es evidente que
corrían, huirían, pero ¿de quién? no hay huellas ni pisadas. Algo les acechaba
pero la teoría de una alimaña no se sostiene. Y si fuese un rapaz, habría
plumas… los técnicos no se lo explican, pero todo apunta a que el ataque fue
desde arriba.
Es
escenario es dantesco: la cabeza seccionada en el suelo, el resto del cuerpo, desmembrado,
puré de personas flotando en un mar de
sangre en la fuente del parque. Parece un crimen ritual. Del laboratorio me
indican que hay marcas de garras poderosísimas y rastros de pintura metálica.
Definitivamente hay una mente superior tras los crímenes.
Hace
días que vigilamos el recinto, se cierra la verja cada noche y hay coches
policía patrullando. ¿Cómo han entrado, tanto víctimas como asesino? La prensa
habla de demonios o monstruos, algo no humano. Una especie de justiciero, al
fin y al cabo, los muertos eran todos delincuentes. Tengo un mal
presentimiento.
Esta
noche cazaré al asesino, necesito este triunfo en mi maltrecha carrera, y sobre
todo en mi autoestima. Abandono el parque, echo un vistazo atrás y en mi retina
la imagen de la fuente, con sus pequeños angelitos de bronce sonriendo por
encima de las miserias humanas. Siento un escalofrío extraño, como la primera
vez que me dejé sobornar.
La señora
Mari, la señora de la
limpieza, odiaba su trabajo. Limpiar inodoros cagurreteados no le gusta a nadie,
claro, pero eso no era lo peor. En los lavabos apenas se consumía papel
higiénico, ni jabón de manos ni nada. Le bastaron unos días para descubrir que
la verdadera mierda estaba en los despachos de aquel bufete de abogados. En los
sobres arrugados, hechos pelotitas, de las papeleras que limpiaba cada
anochecer. Horas antes habrían ocultado cientos de billetes. Decidió sacar
tajada ella también, por sus hijos. Se presentó una mañana ante el jefe de
personal, sacó de su bolso un sobre con 600 euros –casi todos sus ahorros- y
mintió al decir que lo había encontrado caído tras un mueble. El responsable
palideció. Ella dejó claro que era una señora, no una ladrona y que sabía
ganarse el sueldo. En un minuto consiguió doblar su salario y otro sobre con la
misma cantidad, “los buenos trabajadores siempre tienen recompensa”.
Exterminio
¡Malditos bastardos! No
les basta con echarnos de nuestra tierra y diezmarnos, no, ahora la guerra
bacteriológica está a punto de exterminarnos. Recorro las calles agazapado,
escondiéndome entre las sombras, protegiéndome tras los cubos de basura. Su
peste consigue disimular mi propio tufo mezcla de sudor y pánico. Debo informar
a mis superiores y organizar la retirada. Salvar a otros, mantener la especie,
solo eso podrá reconfortarme ya. En mi mente quedarán grabadas para siempre las
imágenes de los míos. ¡Mis hijos! reventados por dentro, con las entrañas
hinchadas y babeando sangre negra. Se me erizan los pelos solo de recordarlo.
Pero nosotras somos más y mucho más fuertes que los apestosos humanos, sobreviviremos
una y mil veces. Palabra de rata.
Comida de coco
Comida
de coco
Mamá dice que me ve
descafeinada, que pronto se me va a pasar el arroz, que como siempre, me
quedaré a los postres en las oposiciones y que ya está harta de tenerme en casa
comiendo la sopa boba.
La he mirado con ojitos de
cordero lechal, pero nada, le importan un pimiento mis explicaciones. Dice que
necesito darle vuelta y vuelta a mi vida. Posiblemente tenga razón. No sé,
tengo un cacao mental…
De primeras voy a despechugarme
un poco más y salir a pasear el palmito ¡ya está bien de estudiar, acabo
albardada! Segundo: dejar de hacer el
gamba e ir donde hay tomate, a clases de salsa, que ahí se liga mucho y si no,
al menos, veré tabletas de chocolate. Y como guinda, y aunque estoy como un
flan, debería pensar también en un buen polvorón. Decidido, voy a darle un buen
mordisco a la vida.
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