El médico
dio unos golpecitos en el estetoscopio y volvió a auscultarme. Puso cara rara.
Me tomó el pulso y dio un respingo. Para cuando la enfermera trajo el aparato
de las ecografías varios doctores me rodeaban. Escuché un “Dios”, un “joder” y
varios “no puede ser”. Luego giraron el monitor y me mostraron mis entrañas
huecas como un queso. Tuve que explicarles que el riñón se lo quedaron en el
banco, el estómago lo dejé en la oficina y el corazón se lo quedó mi ex-esposa,
como casi todo lo demás. Lo que no entiendo, y por eso venía yo al ambulatorio,
es por qué tengo tantas ventosidades…
Hola Mel me he colado en tu blog desde ENTC y me encuentro un personaje con sus órganos empeñados y algunos 'robados'. A ver a quién no le salen aires con esa vida.
ResponderEliminarLorenzo gracias por pasarte y venir a visitarme. Si personaje totalmente agujereado, cosas de la crisis y encima con aires, pobrecillo.
ResponderEliminarSaludos.
Muy ocurrente, María. Me ha gustado mucho. Es muy divertido.
ResponderEliminarBesos.