domingo, 1 de diciembre de 2013

El parque


Es el tercer cadáver que encontramos este mes, y de alguna manera sé que no será el último. Exactamente el mismo patrón, el mismo crimen, distintas víctimas. Aún no hemos encontrado ningún nexo entre ellas: un camello de poca monta, un ejecutivo corrupto y este último, un proxeneta. No me explico que podrían hacer en mitad de la noche en el parque.
Mis hombres están peinando todo el perímetro, pero ninguna de las otras veces se ha encontrado nada. Únicamente las huellas de los muertos. Es evidente que corrían, huirían, pero ¿de quién? no hay huellas ni pisadas. Algo les acechaba pero la teoría de una alimaña no se sostiene. Y si fuese un rapaz, habría plumas… los técnicos no se lo explican, pero todo apunta a que el ataque fue desde arriba.
Es escenario es dantesco: la cabeza seccionada en el suelo, el resto del cuerpo, desmembrado,  puré de personas flotando en un mar de sangre en la fuente del parque. Parece un crimen ritual. Del laboratorio me indican que hay marcas de garras poderosísimas y rastros de pintura metálica. Definitivamente hay una mente superior tras los crímenes.
Hace días que vigilamos el recinto, se cierra la verja cada noche y hay coches policía patrullando. ¿Cómo han entrado, tanto víctimas como asesino? La prensa habla de demonios o monstruos, algo no humano. Una especie de justiciero, al fin y al cabo, los muertos eran todos delincuentes. Tengo un mal presentimiento.

Esta noche cazaré al asesino, necesito este triunfo en mi maltrecha carrera, y sobre todo en mi autoestima. Abandono el parque, echo un vistazo atrás y en mi retina la imagen de la fuente, con sus pequeños angelitos de bronce sonriendo por encima de las miserias humanas. Siento un escalofrío extraño, como la primera vez que me dejé sobornar. 

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