Decadencia
Inmediatamente pedí que cerraran la tapa del ataúd y que quitasen
de allí los crisantemos, que me dan alergia. Era bochornoso tener que compartir
cripta con el tipo peludo que no paraba de aullar, y el otro harapiento con
aires de grandeza —Faraón —le escuché decir al otro lado. Un desastre este
siglo sin castillos para un conde de pedigrí como yo. Allí, en la soledad de mi
féretro, lloré y deseé ser mortal.
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