Estudiaba
los catetos que la rodeaban. ¿Sería Pedro cuya preciosa sonrisa era inversamente
proporcional a su inteligencia? No, no tenía ningún talento. ¿Juanillo y sus infinitos granos? No, en todo lo demás
era menos que épsilon. ¿Quizás Luisito que siempre salía por la tangente? Era una verdadera incógnita, ¿cuál
de los chicos le habría enviado la nota de amor? No sabía por qué, no tenía
ninguna lógica, pero no pudo evitar sonrojarse.
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