Soy un agente especial.
No es que sea mi trabajo, es lo que soy. Entrenado para obedecer, máquina perfecta de precisión con licencia para
matar. Nunca cuestiono nada, callo y obedezco. A cambio, me pagan
extraordinariamente bien. Ese soy yo. Hasta hoy.
Se está acabando
este día, y acabo de hacer una estupidez, una maravillosa tontería, algo que
siempre quise hacer y nunca me atreví. He buscado en la web a Sara. Fue mi amor
de juventud, mi único amor, nunca amé a ninguna otra. Me ha sido fácil
encontrarla, escribirle un email me ha costado más. Simplemente le decía que
siempre la amé, que nunca se lo dije y toda mi vida me he arrepentido. He sido
realmente afortunado, porque ella me ha contestado a los minutos. Le alegraba
saber de mí, me agradecía mi sinceridad y me confesaba que ella también siempre
me amó. ¡Hoy es el día más feliz de mi vida! Se despedía diciendo que estaba a
punto de coger un avión transoceánico, y que contactaría a su llegada. –Mañana-
escribía -mañana retomaremos nuestras vidas, mañana...
Hoy, en el bunker
de seguridad en los sótanos de la O.N.U estaban convocados los doce principales
líderes políticos. No es algo inusual, estoy acostumbrado a reuniones secretas.
Pero esta reunión... desde la mañana he notado que era distinta.
Debo explicar que
todo comenzó hace un par de semanas. Fue cuando detecté un temblor especial en
la voz de mi jefe, el hombre por quien daría mi vida sin pestañear si hiciese
falta, el presidente de los Estados Unidos. Le conozco bien, llevo tres años a
su servicio, desde que salió elegido. Sabía que algo grave y extraordinario
debía ocurrir, pero no podía imaginarme la magnitud de la catástrofe.
Esta mañana nos han
reunido a los agentes de protección personal y nos han informado de que la
seguridad es máxima: DEFCON2. DEFCON2...
sólo una vez en toda la historia se ha producido semejante situación. Me
temía una guerra nuclear o algo similar, pero cuando he sabido que también
estaban convocados los máximos líderes espirituales; el Papa de Roma, el Dalai
Lama, el patriarca ortodoxo, los dos grandes rabinos judíos, varios imanes
musulmanes, lideres hinduistas etc...
Entonces... debía ser algo que afectaba no sólo a los países, sino a
toda la humanidad, pero ¿qué?
Como agente
personal del presidente he estado toda la mañana junto a él. He notado su
nerviosismo, sus ojos hundidos, estaba agotado. Lo que más me ha extrañado es
que no llevaba ningún maletín, ningún papel. Fuese lo que fuese, debía ser
demoledor. No he podido evitar que un sudor frío perlase mi frente.
A las dos del
mediodía, ya estaban todos los asistentes en Nueva York, y comenzaba la
reunión. Solamente han asistido los veinticuatro invitados, nueve marines
intérpretes y diez agentes especiales, yo uno de ellos.
Potus, nombre en
clave del presidente de los EEUU, ha informado de estar en posesión de
información de extrema gravedad. En ese momento, escoltados por seis marines,
han entrado tres civiles. El director de la NASA, el del MIT y el del
Smithsonian. Las armas químicas, guerras biológicas, bacteriológicas,
envenenamiento de alimentos, y catástrofes naturales pasaban por mi mente.
Los tres
científicos parecían derrotados, uno de ellos estoy casi seguro que había
llorado profusamente. Proyectaron un video donde se contaba que un meteorito
gigante impactaría con la tierra, esto provocaría el desplazamiento del eje de
rotación del planeta, lo que a su vez provocaría terremotos, tsunamis,
movimientos de las placas tectónicas. La pantalla escupía varias simulaciones
de los efectos que podría tener el impacto, en todas ellas los continentes
desaparecían engullidos bajo las aguas. Cuando acabó la proyección se hizo el
silencio.
El presidente tomó
la palabra. Estaba confirmado, la Tierra iba a ser destruida. Llevaban dos
semanas trabajando conjuntamente los tres organismos y no cabía ninguna duda.
Silencio. Noté como el presidente alemán y el chino se movían incómodos en sus
asientos, los demás palidecían. El papa se santiguó y musitó -el
Armagedón-
El presidente pidió
la opinión de los asistentes sobre si informar al mundo o no. Casi todos los
religiosos se mostraron a favor. Los fieles tendrían la oportunidad de poner en
paz sus almas. Otros en cambio opinaron que se produciría el pánico colectivo y
el caos sería total. Esperar de frente a la muerte o dejar que ella ataque por
la espalda, esa era la cuestión. Yo como militar tenía claro que prefería la
primera opción.
Tras varios
debates, no hubo acuerdo. Los humanos somos así y el Dalai Lama hizo la única
pregunta realmente importante. ¿Cuándo? Lo que nadie había esperado fue la
respuesta del presidente estadounidense : tomorrow, demain, bis morgen, ypto, domani, bukra, asa, zaochen, kala,
mañana...
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