No
miento si digo que soy una acróbata en el circo de la vida. Equilibrista haciendo
malabares para llegar a fin de mes, payasa para entretener a mis niños y que no
les falte la magia de la infancia. He tragado muchos fuegos y me he salvado por los pelos del lanzador de
cuchillos; ya sé que he saltado sin red, pero es que no podía domar más a la
fiera, por eso, señor juez, le hice desaparecer.
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