El mejor atleta del mundo,
como se autodenominaba; SM (Su Majestad) como le decían sus rivales, comenzaba
el ritual: estirar músculos y calentar
el cuerpo. Le rodeaba la chusma: amas de casa en mallas fosforito, niños con
mocos y viejos barrigudos. Se abrazaban y se deseaban suerte. ¡Estúpidos, como si tuviese algo que ver! Para colmo vio a
unos jóvenes, uno de ellos invidente. Lo
que faltaba…
Comenzó la carrera y en
unas zancadas se distanció del gentío. No tendría que esforzarse, nadie estaba
a su altura. Cada vez estaba más lejos, así que aflojó el ritmo, sería más
divertido. Le pareció deprimente que se jalease al ciego, un tal Jose, y que le
dejasen paso. SM ganó, evidentemente, y el ciego quedó segundo. En el pódium se
escuchaba “Joseee, Josee”. Molesto, le susurró al oído:
—He ganado yo.
—Sí —contestó Jose—. Pero
no has participado.
Participación en el 1º Concurso de microrrelatos de la San Silvestre Salmantina.
http://sansilvestresalmantina.com/concurso-micro-relatos
Participación en el 1º Concurso de microrrelatos de la San Silvestre Salmantina.
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